sábado, 26 de febrero de 2011

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Un descampado. En la oscuridad de la noche se vislumbran las luces de un coche. El coche tiene una puerta abierta. Silencio. La radio está apagada y no hay música en el ambiente. La noche cerrada protege el coche. Una chica, apoyada en el coche mira al infinito. Ella tiene los ojos abiertos, pero en esos momentos no ve nada, solo oye sus pensamientos, los repasa y los vuelve a repasar una y otra vez. El humo de su cigarro sube desde su mano, en donde se va consumiendo lentamente. Ella no se mueve. Piensa. El viento mueve una bolsa de plástico que había en el suelo, ella ni lo nota, no se mueve. Siente que el mundo corre a su alrededor, pero sin ella. La ceniza de su cigarro cae con suavidad al suelo. Repasa por decimoséptima vez su vida, no encuentra nada. Lo que tuvo, lo perdió por no saber tener. Ahora le parece que no tiene nada, o al menos nada que merezca la pena. Una nueva ráfaga de viento mueve su melena. Nada. Sigue pensando y no encuentra ninguna razón para volver al coche e ir a su casa. Se acuerda del cigarro que se consume solo en su mano, le da una calada, se acaba, “mierda, otra cosa más que me sale mal”, lo tira al suelo y lo pisa sin ganas. Su mirada sigue fija en el infinito. No sabe cuanto tiempo lleva allí, en esa postura, pensando, quizá minutos o igual sean horas. No puede dejar de pensar, le parece que todo va mal pero no sabe como ha sido, como ha llegado a ese punto, no sabe explicar sus pensamientos y no sabe que hacer para remediarlo todo. Sigue pensando, mirando al horizonte. A lo lejos se oye el motor de un coche, ella ni se entera, ni se quiere enterar. Se mete en el coche, abre su bolso, saca otro cigarro, lo enciende y lo vuelve a colocar en su mano. El humo vuelve a subir suavemente desde su mano hacia el cielo rozándole dulcemente la cara. Piensa. Da una calada. Piensa demasiado, le ha dado muchas vueltas a lo mismo. Da otra calada. Tres lágrimas ruedan desde sus ojos a sus mejillas y caen en su camiseta. No sabe si son lágrimas de tristeza, frustración o simplemente locura. Da otra calada, tira el cigarro aun sin terminar, lo pisa con fuerza. Se mete en el coche, enciende el motor, mete la primera y se va. Vuelve a la realidad, como si nada hubiese pasado. Nada.

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