jueves, 17 de marzo de 2011

Heridas

Todos tenemos o hemos tenido heridas. Las heridas son rápidas reparaciones naturales de algo que se ha roto en nosotros. Te caes, te haces daño y ahí queda por un tiempo, tu herida. Hay heridas de distintas formas, tamaños, profundidad, e incluso de distintos colores. Hay heridas muy pequeñas que no duelen, a veces incluso, ni las notamos y desaparecen solas. Hay heridas que parecen enormes, pero que no las sentimos, no sentimos dolor por ellas. Otras heridas duelen durante un tiempo y dejan cicatriz, una cicatriz para recordarnos toda la vida que ella estuvo allí. Todas las heridas tienen detrás una historia, más o menos elaborada o compleja y con más o menos sentido. Las peores heridas son aquellas que se dejan al aire para que sequen y cicatricen pero nunca lo hacen y ahí se quedan, duelen, escuecen y molestan siempre y no siempre se terminan yendo aunque siempre pensamos que pronto se irá. Hay heridas gigantescas que parece que nunca se van a ir y, sin darte cuenta han desaparecido. Estas desapariciones espontáneas suelen guardar relación con el hecho de olvidar cómo nos hicimos esa herida en concreto. Las heridas pueden estar más o menos a la vista de los demás y muchas veces las escondemos porque son feas, no nos gustan o nos dan vergüenza cuando, en realidad son lo más normal del mundo. Además existe un interesante invento que puede tapar heridas: las tiritas. Las tiritas ni reparan ni ayudan de forma directa a que mejoren las heridas, simplemente las quitan de la vista y evitan que se rocen con otras cosas. En muchas ocasiones las tiritas pueden ser bastante para, de forma indirecta ayudar a que se cure una herida. Algunas veces, tras algún tiempo después de que se haya curado la herida, hay veces que nos acordamos de ella o de cómo nos la hicimos. Este hecho puede producir gran cantidad de sentimientos y respuestas de lo mas variado: tristeza, dolor, risa, añoranza, frustración… Existe gente, que tras haberse caído, haber tenido una herida, saber que duele se vuelve a caer en el mismo sitio una y otra vez y es que, a pesar de que sabemos que luego duele hay algo que nos llama a hacerlo. Las heridas son parte de nuestra vida y tenemos que aprender a intentar curarlas y a vivir con ellas lo mejor que nos sea posible, sin esconderlas, tratandolas simplemente, como parte de nuestra persona.